EL SECTOR CULTURA EN EMERGENCIA
Por Mauricio Delgado
Luego de sesenta y cuatro días de cuarentena, el sector cultura languidece a vista y paciencia de las autoridades. Esta agonía lamentablemente no es una novedad ni culpa de un murciélago. Somos un sector precarizado que, sumado a la débil institucionalidad e irregularidades de un Ministerio que ostenta el record (que sigue batiendo) en cambios de Ministro; el resultado no es de extrañar. Así como en otros ámbitos de la sociedad, la crisis ha hecho evidente las falencias y profundas desigualdades del sistema, el COVID ha sacado a flote los pasivos en el sector cultura.
Lxs trabajadorxs de la cultura (pintores, retablistas, danzantes, cirqueros, documentalistas, y un larguísimo etc.) son también parte de esa masa de trabajadorxs peruanos que han visto mellados sus derechos laborales en 30 años de neoliberalismo. Aunque alguna periodista alucinada discrepe, nuestros artistas se parecen menos a Alejandro Sanz y más a un trabajador común, autoempleado, que vive del día a día para pagar la luz y el agua, sin seguro de salud ni jubilación. Claro, como la sociedad misma, es un sector con realidades económicas diversas, pero también es claro que en su mayoría esa realidad es menos la de un multicine y más la de un grupo cultural que ha sabido hacer larga vida en su barrio y que hoy está al borde de cerrar sus puertas.
Sin embargo, la cuarentena decantó positivamente en la organización. Desde los primeros días del Estado de emergencia, trabajadores del sector, desde diversos ámbitos, disciplinas y lugares del Perú, se han plegado o creado redes, gremios y colectivos de diverso tipo para, una vez más, exigir derechos y reconocimiento del Estado. Dichas organizaciones han asumido antes que el Gobierno la ayuda solidaria a trabajadorxs en estado de vulneración como una de sus tareas primordiales. A través de articulaciones a varios niveles y en campañas virtuales han cohesionado tres consignas: declarar autónomamente al sector en emergencia, impulsar la creación de un Mesa de diálogo con las organizaciones de trabajadores de la cultura para delinear directamente con la Ministra un Plan de salvataje. Propuestas recogidas en buena cuenta, por el novísimo DU 58 2020.
A pesar del tardío Decreto, el sector aun no cuenta con un padrón que permita dirigir eficientemente la ayuda económica. El Plan de Reactivación Económica revel el papel que tiene el sector cultura dentro de la visión del Gobierno. En el documento la cultura se encuentra en el último peldaño, en el último cajón dentro un rubro llamado Entretenimiento. Así de claro: la palabra cultura no es ni siquiera nombrada. Luego del más reciente escándalo de contrataciones exorbitantes que acumula el Ministerio, los trabajadores debemos seguir vigilantes y asumir con osadía protagónica las acciones para la prontísima implementación de las medidas a favor de un sector cuyos trabajadorxs no aguantan más.
Las culturas, con o sin salvataje, con nuevo Ministro o con la misma, con poco o mucho swing, van a jugar un rol primordial en el escenario de recesión económica post covid. Acostumbrados a trabajar cuesta arriba, lxs trabajadorxs de la cultura van a cumplir su tarea como siempre lo han hecho, desde la profunda convicción de que una convivencia más democrática, igualitaria, sin privilegios y orgullosa de su diversidad, es posible. Del Gobierno depende que esa tarea no sea otra vez un ejercicio heroico de los pocos sobrevivientes a la crisis económica, sino una política pública que impulse las manifestaciones culturales y las incorpore en su real dimensión: como motores de desarrollo social y económico.