PUEBLOS INDÍGENAS: LOS AFECTADOS QUE NO SE QUIERE VER
Natali Durand Guevara
Cada día se registran nuevos casos de Covid-19 en la Amazonia peruana. Esto enciende las alarmas en las comunidades indígenas, que se encuentran en un contexto poco favorable, ya que la mayoría no cuenta con postas médicas o centros de salud y en ellas el personal es insuficiente, el equipamientos mínimo y la medicina escasa.
El coronavirus se suma a una serie de enfermedades que ya representaban un problema para las pueblos indígenas como la malaria, la hepatitis B, C, Delta, además del dengue, que este año llegó con un brote muy agresivo. El cambio en su tradicional dieta alimenticia (yuca, plátano, carne de monte, pescado) debido a múltiples factores como la deforestación de sus territorios por la tala ilegal, las actividades extractivas, el narcotráfico, la migración, y el comercio fluvial, incrementó el consumo de carbohidratos y azucares (harinas, fideos, atún, aceite, gaseosas), lo que trajo consigo nuevas enfermedades como la diabetes, la presión alta y la anemia. Todo esto provoca que los pueblos indígenas formen parte de la denominada “población de riesgo”.
Las comunidades indígenas han tomado algunas acciones inmediatas para frenar el ingreso del coronavirus. Una de ellas fue impedir a los foráneos el acceso a su territorio. Para que esto sea efectivo reactivaron los comités de autodefensa. Esta práctica tradicional consiste en aislarse hasta que ya no mueran más personas.
Pero ¿Cómo van a vivir estos pueblos que han decidido aislarse sin poder generar recursos, en territorios deforestados dónde ya no se puede cazar? La situación para las comunidades es crítica. No son beneficiarios del bono de 380 soles quincenales, ni de ningún tipo de apoyo.
Aidesep, la principal organización nacional de pueblos indígenas, ha enviado varias cartas abiertas al gobierno pidiendo que se tomen medidas para frenar el avance de la pandemia. Entre las principales sugerencias está la de hacer llegar información clave sobre las medidas de prevención en diferentes idiomas. En coordinación con la organización nacional, las regionales y las federaciones, esta información crucial para detener el avance de la enfermedad debe llegar a cada una de las comunidades, incluso a las más alejadas, donde será perifoneada repetidas veces.
El gobierno, por su parte, ha propuesto la entrega de medicamentos y atención a través de las plataformas fluviales del PIAS. Sin embargo, esta medida es prácticamente inviable, ya que depende de las crecientes de los ríos, además de que se cuenta con un número reducido de plataformas.
Si las medidas son insuficiente ¿qué se necesitaría? La antropóloga Luisa Elvira de Belaúnde propone que las Fuerzas Armadas se sumen a la tarea de reparto de medicamentos y alimentos, de tal manera que se pueda llegar a las comunidades generando el menor contacto. A la vez que se dejan las provisiones se recogería también a los enfermos. Esta medida podría funcionar si el Ejecutivo toma la decisión real de sumar al “Plan de Acción frente al Covid-19” a los pueblos indígenas.
Solía conocerse a la selva como “el gran vacío”, una zona donde habitaban poblaciones exóticas y no integradas al proyecto “Nación Perú”. Hoy, en pleno siglo XXI y rumbo al bicentenario, seguimos dejándolas de lado. El Viceministerio de Interculturalidad se ha mostrado ineficaz, pues no ha sido capaz de ser el puente para expresar las preocupaciones y demandas de las organizaciones al Gobierno Central.
¿Será que unas vidas valen más que otras? ¿Podemos deshacernos de ciertas personas, comunidades, poblaciones? ¿Estamos esperando acaso que las comunidades desaparezcan o que se protejan solas, que vuelvan a sus prácticas tradicionales después de deforestar y consumir su territorio con las numerosas actividades extractivas? Hoy ya no se encuentran en el mismo escenario que siglos atrás, cuando podían esconderse en el monte hasta que las enfermedades pasen. Por eso preocupa tanto la inacción del Estado, porque está condenando a las comunidades indígenas a la muerte y a la desaparición.