Este 28 de julio celebramos el Bicentenario de la declaración de la Independencia y de la fundación de nuestra República. Al hacerlo, rendimos homenaje a quienes lucharon por la emancipación del colonialismo, por la abolición de múltiples formas de explotación y exclusión, a quienes lucharon y luchan por construir una nación plural y soberana, una República de ciudadanos y ciudadanas libres e iguales. Celebramos que, a pesar de derrotas y frustraciones, la promesa de la vida peruana sigue viva en la lucha cotidiana de personas y comunidades que convivimos en uno de los países más diversos del planeta.
Nuestra celebración tiene lugar en medio de una de las crisis más graves de nuestra historia. La muerte de más de 200 mil compatriotas, la pérdida de millones de puestos de trabajo, la precariedad generalizada, han desnudado las enormes falencias del modelo económico y del régimen político vigentes en el país. Es por ello que, al ritmo que se incrementaban los impactos de la mortal conjunción entre pandemia y neoliberalismo, ha crecido el descontento y se han generalizado cuestionamientos de raíz al orden vigente. Frente a los intentos desesperados por salvarlo, las mayorías nacionales se han expresado, en las calles en noviembre del año pasado, y en las ánforas en abril y junio de este año, por el cambio.
No es casualidad, por tanto, que al celebrar el Bicentenario de la República asistamos a un hecho inédito en nuestra historia: la juramentación como presidente de Pedro Castillo, maestro rural y rondero, expresión auténtica del Perú profundo y de los milenarios constructores de la nación peruana, plural y diversa. El triunfo electoral de Pedro Castillo es el resultado no solo de la conjunción de diversas fuerzas políticas y sociales, de izquierda y progresistas, en el marco de la segunda vuelta electoral, sino de procesos de organización y movilización de larga data en nuestro país. Sin la lucha campesina y comunera por la tierra, sin la lucha rondera por la seguridad y la justicia, sin la lucha magisterial por una buena educación al servicio del pueblo, sin las luchas sindicales por la organización y el salario, sin las luchas de los pueblos por la soberanía sobre sus territorios, sin la lucha ciudadana por todos los derechos para todas y todos, esta victoria hubiese sido imposible.
Desde el Movimiento Nuevo Perú saludamos este triunfo histórico del pueblo peruano y ratificamos nuestro compromiso incondicional con el proceso de cambio que se inicia este 28 de julio. El triunfo ha sido el resultado de la conjunción de un amplio espectro de fuerzas políticas, sociales y culturales. Solo un gobierno que exprese dicha amplitud, sin renunciar en lo más mínimo al compromiso con la transformación del país, podrá garantizar que el cambio sea efectivo. Tal como lo hemos hecho a lo largo de toda la segunda vuelta continuaremos en la lucha contra las maniobras de la derecha golpista, contribuiremos de manera decidida a la construcción de un amplio frente político y social que sustente al nuevo gobierno, seguiremos aportando a la construcción de propuestas programáticas y de gestión que garanticen un decidido cambio de rumbo en la gestión de la crisis. Particularmente nos comprometemos a garantizar que se abra el curso hacia una Asamblea Constituyente plurinacional, paritaria y diversa que siente las bases para la refundación de nuestra República.
28 de julio de 2021
MOVIMIENTO NUEVO PERÚ